Esa
mañana entramos en Totness con ganas de conocer a los músicos del
pueblo y la necesidad de abastecernos de comida. Inmediatamente
después de habernos parado en el Mercado Central -con unos maravillosos cinco o seis puestitos
de venta- nos increpa por detrás una voz decidida, pero en un
idioma ininteligible para mi. Al darme vuelta tengo ante mis ojos a
una mujer blanca muy delgada y de estatura media, con lentes que
amenazan abandonarla saltando por su nariz, pero que no pueden
ocultar la curiosidad de sus ojos. Además, veo que trae puesta una
visera para el sol, de esas que usan los tenistas, y viene montada en
una de las típicas bicicletas holandesas que pueblan las calles de
Surinam. En menos de un segundo repite la frase y ante mi cara de
estupor, cambia al ya por entonces familiar:
-Where are you from?
Cierro la boca y esbozo una sonrisa. No puedo evitar demostrarle que la energía que irradia ya me ha conquistado.